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Manuel García Déniz

Entre los grandes pollos y puntales de Lanzarote, revolotea y destaca el nombre de Heraclio Niz Mesa. Nació de casualidad en el pueblo de Máguez, en 1929. Allí se encontraban su padres de vacaciones, visitando a sus tías maternas, cuando, inesperadamente, vino al mundo con cuerpo casi de puntal ya, con cuatro quilos de peso. Y también de casualidad se inició en la lucha canaria en el equipo de este pueblo del norte de la isla. En realidad, a los 18 años, en 1947, él era jugador de fútbol, en el Club Torrelavega, de Arrecife, donde alternaba la posición de portero y la de extremo con igual éxito. Pero estaba sancionado y decidió meterse en el camión de los luchadores del equipo de Máguez que iban a Tao a luchar por las fiestas de San Andrés. Y no se le dio mal. Tumbó a dos, fue felicitado por sus compañeros y se entusiasmó.

Heraclio Niz no era hombre de medias tintas. Entendió que si quería ser un buen luchador tenía que irse a Gran Canaria, donde había más equipos, mejores rivales y luchadas con más regularidad que en Lanzarote. Aprovechó que sus padres residían en Las Palmas para irse a luchar a Gran Canaria. Entrenó duró, se alimentaba a conciencia y practicaba mañas con inteligencia y tesón. Además, su personalidad de hombre abierto, bromista y de una gran facilidad para relacionarse, le granjeó amigos dentro y fuera del terrero. Rápidamente empezó a destacar. Era un atleta con buena planta, con 180 centímetros de altura y poco más de 85 kilos de peso. Y a medida que iba derribando contrarios, ganaba fuerza su apodo de “Pollo de Arrecife”, el
luchador emblema de Lanzarote durante toda una década, hasta 1958, que se retira de la lucha canaria y vuelve a Lanzarote para convertirse en policía municipal en la capital, cuerpo del que fue jefe durante muchos años y al que perteneció hasta su jubilación.

Los mejores luchadores de Canarias de la época cayeron ante el empuje insaciable de Heraclio Niz Mesa “Pollo de Arrecife”. Los aficionados de sus equipos en Gran Canaria, el Kruger y el Tumbador, vibraban con su valiente forma de luchar, con sus espectaculares revoleadas, técnica que el patentó, y con decidida apuesta por el espectáculo. Le ganó desafíos al gran Alfredo Martín “El Palmero”, a Abel Cárdenes “Pollo Vegueta” a los tinerfeños Pedro Rodríguez “Pollo de Las Canteras”, al Pollo del Naranjo y a José Pérez “Pollo de las Mercedes”, entre otros muchos. Hacía barridas, con frecuencia, en las que tiraba seis, siete u ocho contrarios en la misma luchada y le daba la victoria a su equipo. Sus agarradas con Camurrita, Santiago Almeida Cubanito y Alfredo Martín Reyes eran grandes pechadas donde se daban de parte y parte. Heraclio, en su década dorada de lucha en Gran Canaria, derribó a los mejores luchadores del momento, situándosele a él entre ellos.

Volvió a Lanzarote en 1958, con 29 años de edad, retirado de sus grandes tardes de gloria, para recalar en la policía local de Arrecife. Pero no se alejó de la lucha canaria. Creó el equipo Osborne, donde estaban los luchadores destacados de la isla, y entrenó al San Bartolomé. Hasta que en 1965 se creó la primera delegación de lucha canaria en Lanzarote y se formalizó la primera liga con cuatro equipos. A los dos años, en 1967, Lanzarote disfrutó de una de sus épocas doradas de la lucha canaria en la isla y le tentaron para volver a los terreros. A ponerse la ropa y encabezar el cartel del Unión Norte, equipo que se había creado con la unión de los luchadores de Haría y de Máguez. Y acabó su carrera de luchador donde la empezó, en el equipo del municipio que le vio nacer: Haría. En esta ocasión, no fue por casualidad, sino por el empeño que pusieron sus amigos y las 60.000 pesetas que le ofrecieron por fichar. Tenía 38 años, le faltaba la agilidad y juventud de etapas pretéritas, pero cuajó una buena temporada entre luchadores más jóvenes y con más hambre de victorias que él. Su sola presencia en los terreros, ya era un reclamo general para la afición. Era el pollo de Arrecife, don Heraclio Niz Mesa que, de no haber fallecido el 23 de mayo de 2010, a los 80 años de edad, estaría hoy aquí, con sus 94 años, feliz de que el terrero insular de Lanzarote, en Arrecife, lleve su nombre y su apodo. Heraclio Niz Mesa “Pollo de Arrecife”, terrero y gloria.